jueves, 28 de febrero de 2019

Palabras presentación del Libro "Resistencias indígenas y disidencias jurídicas en Venezuela". Vladimir Aguilar

Palabras presentación del Libro
Resistencias indígenas y disidencias jurídicas en Venezuela
Vladimir Aguilar Castro
“Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué”. 
Eduardo Galeano, La dignidad del arte. El libro de los abrazos, p. 140.
Introducción (mi testimonio)
Este libro que hoy presentamos gracias al apoyo de la Fundación Tierra para Todos y de la Federación de Comunidades Awa del Ecuador (FECAE), más que un libro es un testimonio. En efecto, en estos momentos aciagos por los cuales atraviesa mi país cuyas principales víctimas son los pueblos indígenas, en este caso el Pueblo Pemon de la Gran Sabana, responde a una revisión histórica exhaustiva del posicionamiento del tema indígena a nivel internacional, de su llegada al ámbito domestico (Venezuela) y, finalmente, su contemporaneidad con los tiempos actuales a propósito de la pretensión subyacente de cambiar los derechos indígenas al trasluz de la aprobación de una nueva constitución por una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) espuria.
Decimos que más que un libro es un testimonio porque a través de él hemos dado cuenta de nuestro tránsito con pueblos y comunidades indígenas del país, América Latina y el mundo, desde hace unos treinta (30) años. Hoy, cuando nuestros indígenas están siendo desplazados de sus territorios ancestrales como es el caso del pueblo Warao y Yukpa y ahora Pemon, o cuando estos últimos son acribillados a mansalva en una lucha de balas contra flechas, el libro en tanto testimonio, no puede ser sino un tributo a quienes aún resisten y disienten de diversas maneras en Venezuela.
Hoy se cumplen en mi país trienta (30) años del famoso Caracazo, una sublevación popular en contra de medidas económicas de corte neoliberal. Treinta (30) años después se produce el Kumaracapazo, en referencia a Kumaracapi lugar donde se dio el acribillamiento de los indígenas Pemon.
Un Topongen en territorio Pemon
Fue precisamente en esa región de la Gran Sabana, territorio ancestral del pueblo caribe Pemon, donde me inicié como abogado indigenista. Waramasen hoy sitiada por el ejército, sería la primera comunidad indígena en visitar. Eran los tiempos de la Federación Indígena del Estado Bolívar (FIEB) cuyo liderazgo era indiscutible en el seno de las comunidades. Con ella empezamos a conocer más de cerca una realidad que poco a poco iba evidenciando la existencia de toda una institucionalidad estatal que oprimía a los Pemon, los arrinconaba y les negaba su existencia. Podíamos decir que ante la ausencia de derechos la invisibilidad indígena era la regla.
Con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) del año 2000, se abriría compás de oportunidades para el movimiento indígena venezolano. Contrario a lo que muchos pensaban en cuanto a que la inserción de los derechos indígenas en el nuevo contrato social vendría a ser una concesión de la voluntad política del momento, la realidad fue que los derechos indígenas eran el resultado de largas batallas de resistencia de los pueblos indígenas del país desde los años sesenta (60), con la creación de las primeras organizaciones indígenas y, sobre todo, con la participación de indígenas venezolanos en los principales foros internacionales desde los años ochenta (80), donde la presencia de ellos se haría sentir con fuerza en la aprobación del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), siendo el instrumento jurídico junto con la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas (2007), más importante que en la actualidad tienen los pueblos indígenas del mundo.
En mi tránsito con el pueblo Pemon pude aprender que sus usos y costumbres son fuente de derecho propio gracias a las metódicas conversas con unos de los Piasan (sabio pemon) más relevantes del último siglo: Don Carlos Figueroa. En efecto, durante la visita que hiciera Don Carlos a Ginebra en el año 1999, para participar en la extinta Subcomisión para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos del Consejo Económico y Social (ECOSOC), denunció ante el mundo la construcción de un Tendido Eléctrico por parte del Estado venezolano que atravesaba todo su territorio ancestral. Sería la primera vez que el pueblo Pemon participaba en un foro internacional para increpar al Estado que les oprimía.
Todo esto coadyuvó a que en Venezuela se aprobará una constitución con un capítulo y varios artículos que reconocerían los derechos de los pueblos indígenas. Lamentablemente, esa constitución hoy en día es letra muerta y su reivindicación junto a los derechos en ella contenidos es una urgencia en mi país.
¿Por qué resistencias indígenas?
La única constante en la historia del proceso de conquista y posterior creación de Venezuela como estado-nación hasta hoy en día, es la resistencia indígena. Esta última es la expresión de la única herramienta (política) con la que cuentan los pueblos indígenas.
Con la evolución de los derechos indígenas en el derecho internacional, precisamente en el seno de la OIT la cual está cumpliendo un siglo de creación, y su posterior inserción en el derecho interno, la resistencia indígena se ha convertido en disidencia jurídica.
Hoy en día los indígenas venezolanos frente a la resnulización (res nullius) de sus territorios han tenido que apelar a sus tradiciones, instituciones propias, usos y costumbres para confrontar al otro derecho no indígena pero, sobre todo, para contener el proceso de fragmentación territorial al cual están siendo sometidos. Las víctimas mayores de ese horrible plan de destrucción masivo conocido como Arco Minero del Orinoco (AMO), son los pueblos indígenas del Estado Bolívar.

La democracia intercultural

En Venezuela urge construir democracia. Pero no cualquier democracia. En nuestra opinión, la interculturalidad es una herramienta para profundizar y trascender el actual caos en el que nos encontramos. A la deriva autoritaria hay que oponerle democracia intercultural. Es necesario buscar en los sistemas jurídicos indígenas sus propias formas de resolución de conflictos. Lo que hoy ocurre en mi país no es más complicado de lo ocurrido en Sudáfrica en tiempos del Apartheid. No olvidemos que en Sudáfrica el Ubuntu del pueblo indígena zulú Xhosa permitió trascender al oprobioso sistema de segregación racial.

Nuestro país (Referencias, 2017, 12-14) “es rico en diversidad cultural y diversidad biológica. La riqueza de pueblos e idiomas indígenas hace que nos reconozcamos como una nación pluricultural. En este sentido, es necesaria la configuración de una estructura estatal que permita la construcción de instituciones interculturales, las cuales a través de políticas públicas interculturales, permitirán la construcción de una sociedad pluricultural de conformidad con lo establecido y reconocido en el preámbulo de la constitución.
La construcción de instituciones en las cuales se diseñen políticas públicas interculturales apuntará hacia el rediseño del Estado venezolano, el cual, aun siendo único e indivisible no es uniforme ni homogéneo. En la riqueza cultural y en la creación de condiciones para su concreción se encuentra el fundamento para el enriquecimiento del experimento democrático en construcción pero, sobre todo, para la realización de la democracia intercultural como medio y no como un fin en sí mismo (Nancy)”.

De un Sabarire para los Uwottuja
Este libro (mi testimonio) es dedicado a mis hijos por las historias personales de cada uno y a mi esposa quien cada día me alegra la vida. Pero el libro también va dedicado a la memoria del gran Freddy Menare, indígena Uwottuja (Piaroa) de la Amazonia venezolana asesinado por sicarios, en venganza al haber sido uno de los mayores defensores del territorio uwottuja autodeslindado (autodemarcado) el cual, como el resto de los territorios indígenas, todavía esperan por el reconocimiento y titulación por parte del Estado venezolano.
Con este libro pretendo honrar su memoria así como la de todos los hermanos y hermanas indígenas que han resistido y siguen disintiendo a las políticas de discriminación y exclusión social, así como a las estrategias de balcanización de sus territorios que está teniendo como consecuencia una suerte de genocidio cultural silencioso en mi país.
Finalmente quiero de nuevo agradecer a la Fundación Tierra para Todos, en especial a Pablo Iturralde, a su esposa Pao y a Diliana Domínguez, a la Federación de Comunidades Awa en el Ecuador (FECAE), a su Presidente Florencio Cantincus y a Silvio Alvarez.
Quiero también hacer un especial reconocimiento a mi querida amiga y colega Marilena Asprino por sus hermosas y sentidas palabras en la presentación de este libro. Ha sido una hermosa sorpresa y el libro no podía tener una mejor presentadora que ella. Amiga de siempre Adiwa.
Gracias a todos ustedes por estar aquí…
Ariwonnoto…
Tawa malasan…
Muchas gracias…
Ibarra, febrero 27 2019.

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