domingo, 19 de agosto de 2018

Reconversion monetaria y transfiguracion politica en Venezuela. Vladimir Aguilar y Eduardo Molina Campano

Reconversión monetaria y transfiguración política en Venezuela
Vladimir Aguilar Castro y Eduardo Molina Campano

Lo que ocurre en Venezuela es que ni el petróleo es oro ni el oro es el patrón del valor del dólar, desde agosto de 1971 cuando Nixon se vio obligado a constatar la realidad existente, luego de la incesante impresión de billetes ficticios para financiar la guerra de Vietnam. 

Maduro tampoco ha entendido que el valor de las divisas y las monedas nacionales son resultados de dos elementos fundamentales que no controla ni tiene a su favor, a saber: el peso específico del PIB nacional en el mercado mundial y la calificación del riesgo país que las agencias globales calculan a discreción en función de criterios ideológicos.

Maduro no discierne que la OMC absorbió a los países ex soviéticos y a la misma China y que las leyes del mercado como apariencia junto a la ley del valor transmutada por la financiarización de la economía mundial son las que rigen los pesos específicos de las economías nacionales y no los inventos metafóricos ideados en las noches de inspiración contraimperiales.

Al final del recorrido, la corrupción como forma de acumulación de ganancias en un país como Venezuela lo devora todo para resolver los asuntos personales, y los créditos que postergan la hecatombe a un nivel superior dan paso al desvelo de la realidad cruda y descarnada.

Ahora el gobierno se ve obligado a subir los impuestos directos que gravan a la renta del trabajo que ya están en una situación de postguerra y termina de darle el hachazo a las antiguas capas medias, hoy paupérrimas, que al negarse éstas a adquirir el carnet del partido del gobierno,  al decir no al sometimiento ideológico totalitario, tendrán que pagar la gasolina a precio de mercado internacional.

Este paquetazo rojo encubierto se pudiera haber neutralizado con un gobierno de concentración nacional que garantizará la confianza y la seguridad jurídica de las inversiones, a objeto de reactivar y desarrollar el aparato productivo como única fuente de valor real, y por tanto como única solución posible, al mismo tiempo que se implementa un plan social general para amortiguar las consecuencias sociales de medidas de esta naturaleza hacia sectores más vulnerables.

Venezuela no necesita un gobierno entregado al FMI para aplicar sus recetas neoliberales pero tampoco uno "rojo" que lo aplique de manera encubierta y sin el consenso suficiente que garantice la estabilidad que necesita el país.

La única certeza que tenemos es que esta reconversión económica y transfiguración política es más extractivista y dependiente de la sobre explotación del combustible fósil.

Caracas, Sevilla, agosto 19, 2018.

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