viernes, 5 de mayo de 2017

Asamblea Nacional Constituyente y Contrato Social Diluyente (IV). Vladimir Aguilar

Asamblea Nacional Constituyente y Contrato Social Diluyente (IV)
Vladimir Aguilar Castro
Universidad de Los Andes

Las aristas de una convocatoria
El artículo 347 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) establece las bases para una convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. En efecto, el único soberano es el pueblo en su condición de constituyente originario. El artículo 348 vendría a ser el corolario de lo anterior, en tanto le otorga la posibilidad de la iniciativa para su llamado, entre otros, al Presidente de la República.
Aunque la CRBV le concede más facultades al Presidente que por ejemplo a la Asamblea Nacional pues exige que para que ella pueda convocar una constituyente requiere del acuerdo de las dos terceras partes de sus integrantes, el planteamiento central es si hay voluntad política para ver en este mecanismo una alternativa para superar la crisis mas allá de quien la anuncia.
La inmensa mayoría opositora (que va más allá de la MUD), podría ver en este llamado una ventana para que todas sus demandas sean satisfechas mediante una relegitimación de los poderes y elecciones generales. Implicaría que esa constituyente transformaría el Estado a través de la creación de un nuevo ordenamiento jurídico. ¿Hay cultura política en el país para que ello sea posible?

Lo político como fundamento de la cuestión
La política es el arte de las intermitencias. En consecuencia, lo antes expuesto aparte de ser un problema jurídico es fundamentalmente político. Si de verdad el fondo del asunto es trascender el momento en el que está sumido el país la Asamblea Nacional Constituyente podría la salida. De hecho, era lo que se proponía en las manifestaciones del año 2014 teniendo el gobierno más margen de maniobra en ese momento. Si nos vamos a las estadísticas, el oficialismo debería perder no sólo en el llamado a la aprobación de las bases de la convocatoria sino en la propia elección de sus constituyentes.
Si bien el inmenso descontento actual no se resuelve con cortinas de humo, aunque la convocatoria pueda ser una excusa para ello, sería una posibilidad de ver más allá del oscuro instante en el que nos situamos. ¿Hay cultura democrática en el país para que ello sea posible?

El quid de la coyuntura política
Tanto la forma (quien tiene la iniciativa) como el fondo (quien convoca) se disiparía en la manera como el pueblo (en su totalidad y no en territorialidades ni sectores) se expresa en los tiempos subsiguientes que acompañan la convocatoria. Este sería el fondo de la cuestión. Una vez superado el mecanismo (convoca el pueblo y la iniciativa la tienen varios actores entre ellos el Presidente la República y la Asamblea Nacional) vendría a constituir el quid de la coyuntura política.
Ello implicaría también que los poderes constituidos, los cuales no podrían en forma alguna impedir las decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente, se pusieran a la altura de las circunstancias. Significa que los otros poderes no pueden seguir respondiendo a un poder ejecutivo en ejercicio que claramente, mediante la convocatoria a una constituyente, reconoce que está fenecido.  
¿Está preparado el país para un escenario con estas características? ¿Permite la polarización ir más allá de las narices de los polarizados? ¿Podría ser la Asamblea Nacional Constituyente un espacio de despolarización y no de la concreción de un pacto definitivo entre los polarizados?  

Las condiciones para la construcción democrática
La democracia la vemos como un proyecto en construcción y no como un fin en si mismo. En efecto, la democracia es un intervalo muy corto de forma de gobierno en lo que va de historia de humanidad, incluso, de historia de país. En consecuencia, constituye un bien a preservar una vez que se va conquistando.  
El deber ser de una Asamblea Nacional Constituyente es el de permitir convertirse en la manifestación de un tercer país, el cual siendo mayoría se expresa en minorías políticas, sociales, económicas y culturales históricamente excluidas y sin expresión electoral alguna, que no entran en el marco de la polarización MUD-PSUV. 

¿Están dispuestos los confiscadores del proyecto democrático en dejar libres las amarras?

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