Bonapartismo en tiempos de Constituyente
Vladimir Aguilar Castro
Universidad de Los Andes
“La misma revolución paraliza a sus portadores y solo dota de la propia violencia pasional a sus adversarios”
Marx. El 18 Brumario de Luis Bonaparte.
La irreversibilidad de la Constituyente
Todo
indica que la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) es irreversible.
Sobre bayonetas y sangre se impondrá este engendro
de desviacionismo constitucional. Concebida como un experimento para la
paz, con ella y desde ella, la guerra continuará por otros medios.
Tetis y la Constitución de 1999
Ya
lo anunciaba Marx en el 18 Brumario de Luis Bonaparte. Decía que “Tetis
la diosa del mar, había profetizado a Aquiles que
moriría en la flor de su juventud”. La Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (CRBV) nunca presintió que moriría de muerte
prematura. Contra todo pronóstico la Carta Magna de 1999 no llegaría a
su mayoría de edad.
La supersticiosa Constituyente
Nada “puede iniciar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado”. Lo que venimos de
afirmar constituye parte de lo esbozado por Marx en el 18 Brumario. Esta ANC se aturde a sí misma cabalgando sobre frases sin contenidos. Se pretende para el país
un coup de main que mediante un
coup de forcé intentará hacer de Maduro el nuevo Bonaparte de la Nación.
¿Qué le impide negociar? ¿Qué más poder se pretende? ¿Hasta dónde se quiere llegar?
La
ANC se plantea de manera primitiva una mayoría del “partido del orden”
que desde hace rato está perdida, y aunque en su
seno no haya homogeneidad se anuncia una implosión definitiva de un
oficialismo que cava su propia tumba con este esperpento de
constituyente.
Venezuela: entre transición y regresión
El
oficialismo no termina de entender que su secuestro por los sectores
extremos anticipan una deriva, no solo del chavismo
como proyecto, sino fundamentalmente de Venezuela como Nación. A falta
de visión estadista en el seno del bloque de poder el país avanza hacia
una regresión histórica sin precedentes. Definitivamente el poder les
tomó por asalto.
De
nuevo con el 18 Brumario de Luis Bonaparte, “un poder ejecutivo
encuentra en su misma debilidad, su fuerza; su respetabilidad
en el desprecio que inspira; una república que no es más que la infamia
combinada de dos monarquías, la de la Restauración y la de una etiqueta
imperial…pasiones sin verdad, verdades sin pasión; héroes sin hazañas
heroicas; historia sin acontecimientos…antagonismos
que solo parecen exaltarse periódicamente para embotarse y decaer sin
poder resolverse…tejiendo las más mezquinas intrigas y comedias
palaciegas…”, todo en nombre de una revolución que dejó de ser porque
nunca fue.
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