Palabras presentación del Libro
Resistencias indígenas y disidencias jurídicas en Venezuela
Vladimir Aguilar Castro
“Yo
escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan
desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen
con qué”.
Eduardo Galeano, La dignidad del arte. El libro de los abrazos, p. 140.
Eduardo Galeano, La dignidad del arte. El libro de los abrazos, p. 140.
Introducción (mi testimonio)
Este
libro que hoy presentamos gracias al apoyo de la Fundación Tierra para
Todos y de la Federación de Comunidades Awa del Ecuador (FECAE), más que
un libro es un testimonio. En efecto, en
estos momentos aciagos por los cuales atraviesa mi país cuyas
principales víctimas son los pueblos indígenas, en este caso el Pueblo
Pemon de la Gran Sabana, responde a una revisión histórica exhaustiva
del posicionamiento del tema indígena a nivel internacional,
de su llegada al ámbito domestico (Venezuela) y, finalmente, su
contemporaneidad con los tiempos actuales a propósito de la pretensión
subyacente de cambiar los derechos indígenas al trasluz de la aprobación
de una nueva constitución por una Asamblea Nacional
Constituyente (ANC) espuria.
Decimos
que más que un libro es un testimonio porque a través de él hemos dado
cuenta de nuestro tránsito con pueblos y comunidades indígenas del país,
América Latina y el mundo, desde hace
unos treinta (30) años. Hoy, cuando nuestros indígenas están siendo
desplazados de sus territorios ancestrales como es el caso del pueblo
Warao y Yukpa y ahora Pemon, o cuando estos últimos son acribillados a
mansalva en una lucha de balas contra flechas,
el libro en tanto testimonio, no puede ser sino un tributo a quienes
aún resisten y disienten de diversas maneras en Venezuela.
Hoy
se cumplen en mi país trienta (30) años del famoso Caracazo, una
sublevación popular en contra de medidas económicas de corte neoliberal.
Treinta (30) años después se produce el Kumaracapazo,
en referencia a Kumaracapi lugar donde se dio el acribillamiento de los
indígenas Pemon.
Un Topongen en territorio Pemon
Fue
precisamente en esa región de la Gran Sabana, territorio ancestral del
pueblo caribe Pemon, donde me inicié como abogado indigenista. Waramasen
hoy sitiada por el ejército, sería la primera
comunidad indígena en visitar. Eran los tiempos de la Federación
Indígena del Estado Bolívar (FIEB) cuyo liderazgo era indiscutible en el
seno de las comunidades. Con ella empezamos a conocer más de cerca una
realidad que poco a poco iba evidenciando la existencia
de toda una institucionalidad estatal que oprimía a los Pemon, los
arrinconaba y les negaba su existencia. Podíamos decir que ante la
ausencia de derechos la invisibilidad indígena era la regla.
Con
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) del año
2000, se abriría compás de oportunidades para el movimiento indígena
venezolano. Contrario a lo que muchos pensaban
en cuanto a que la inserción de los derechos indígenas en el nuevo
contrato social vendría a ser una concesión de la voluntad política del
momento, la realidad fue que los derechos indígenas eran el resultado de
largas batallas de resistencia de los pueblos
indígenas del país desde los años sesenta (60), con la creación de las
primeras organizaciones indígenas y, sobre todo, con la participación de
indígenas venezolanos en los principales foros internacionales desde
los años ochenta (80), donde la presencia de
ellos se haría sentir con fuerza en la aprobación del Convenio 169 de
la Organización Internacional del Trabajo (OIT), siendo el instrumento
jurídico junto con la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas
de las Naciones Unidas (2007), más importante
que en la actualidad tienen los pueblos indígenas del mundo.
En
mi tránsito con el pueblo Pemon pude aprender que sus usos y costumbres
son fuente de derecho propio gracias a las metódicas conversas con unos
de los Piasan (sabio pemon) más relevantes
del último siglo: Don Carlos Figueroa. En efecto, durante la visita que
hiciera Don Carlos a Ginebra en el año 1999, para participar en la
extinta Subcomisión para la Promoción y Protección de los Derechos
Humanos del Consejo Económico y Social (ECOSOC), denunció
ante el mundo la construcción de un Tendido Eléctrico por parte del
Estado venezolano que atravesaba todo su territorio ancestral. Sería la
primera vez que el pueblo Pemon participaba en un foro internacional
para increpar al Estado que les oprimía.
Todo
esto coadyuvó a que en Venezuela se aprobará una constitución con un
capítulo y varios artículos que reconocerían los derechos de los pueblos
indígenas. Lamentablemente, esa constitución
hoy en día es letra muerta y su reivindicación junto a los derechos en
ella contenidos es una urgencia en mi país.
¿Por qué resistencias indígenas?
La
única constante en la historia del proceso de conquista y posterior
creación de Venezuela como estado-nación hasta hoy en día, es la
resistencia indígena. Esta última es la expresión de
la única herramienta (política) con la que cuentan los pueblos
indígenas.
Con
la evolución de los derechos indígenas en el derecho internacional,
precisamente en el seno de la OIT la cual está cumpliendo un siglo de
creación, y su posterior inserción en el derecho
interno, la resistencia indígena se ha convertido en disidencia
jurídica.
Hoy
en día los indígenas venezolanos frente a la resnulización (res
nullius) de sus territorios han tenido que apelar a sus tradiciones,
instituciones propias, usos y costumbres para confrontar
al otro derecho no indígena pero, sobre todo, para contener el proceso
de fragmentación territorial al cual están siendo sometidos. Las
víctimas mayores de ese horrible plan de destrucción masivo conocido
como Arco Minero del Orinoco (AMO), son los pueblos
indígenas del Estado Bolívar.
La democracia intercultural
En
Venezuela urge construir democracia. Pero no cualquier democracia. En
nuestra opinión, la interculturalidad es una herramienta para
profundizar y trascender el actual caos en el que nos
encontramos. A la deriva autoritaria hay que oponerle democracia
intercultural. Es necesario buscar en los sistemas jurídicos indígenas
sus propias formas de resolución de conflictos. Lo que hoy ocurre en mi
país no es más complicado de lo ocurrido en Sudáfrica
en tiempos del Apartheid. No olvidemos que en Sudáfrica el Ubuntu del
pueblo indígena zulú Xhosa permitió trascender al oprobioso sistema de
segregación racial.
Nuestro país
(Referencias, 2017, 12-14) “es rico en diversidad cultural y diversidad
biológica. La riqueza de pueblos e idiomas indígenas hace que nos
reconozcamos como una nación pluricultural. En este
sentido, es necesaria la configuración de una estructura estatal que
permita la construcción de instituciones interculturales, las cuales a
través de políticas públicas interculturales, permitirán la construcción
de una sociedad pluricultural de conformidad
con lo establecido y reconocido en el preámbulo de la constitución.
La construcción de
instituciones en las cuales se diseñen políticas públicas
interculturales apuntará hacia el rediseño del Estado venezolano, el
cual, aun siendo único e indivisible no es uniforme ni homogéneo.
En la riqueza cultural y en la creación de condiciones para su
concreción se encuentra el fundamento para el enriquecimiento del
experimento democrático en construcción pero, sobre todo, para la
realización de la democracia intercultural como medio y no como
un fin en sí mismo (Nancy)”.
De un Sabarire para los Uwottuja
Este
libro (mi testimonio) es dedicado a mis hijos por las historias
personales de cada uno y a mi esposa quien cada día me alegra la vida.
Pero el libro también va dedicado a la memoria del
gran Freddy Menare, indígena Uwottuja (Piaroa) de la Amazonia
venezolana asesinado por sicarios, en venganza al haber sido uno de los
mayores defensores del territorio uwottuja autodeslindado
(autodemarcado) el cual, como el resto de los territorios indígenas,
todavía esperan por el reconocimiento y titulación por parte del Estado
venezolano.
Con
este libro pretendo honrar su memoria así como la de todos los hermanos
y hermanas indígenas que han resistido y siguen disintiendo a las
políticas de discriminación y exclusión social,
así como a las estrategias de balcanización de sus territorios que está
teniendo como consecuencia una suerte de genocidio cultural silencioso
en mi país.
Finalmente
quiero de nuevo agradecer a la Fundación Tierra para Todos, en especial
a Pablo Iturralde, a su esposa Pao y a Diliana Domínguez, a la
Federación de Comunidades Awa en el Ecuador
(FECAE), a su Presidente Florencio Cantincus y a Silvio Alvarez.
Quiero
también hacer un especial reconocimiento a mi querida amiga y colega
Marilena Asprino por sus hermosas y sentidas palabras en la presentación
de este libro. Ha sido una hermosa sorpresa
y el libro no podía tener una mejor presentadora que ella. Amiga de
siempre Adiwa.
Gracias a todos ustedes por estar aquí…
Ariwonnoto…
Tawa malasan…
Muchas gracias…
Ibarra, febrero 27 2019.